miércoles, 22 de octubre de 2014

cuatrovientos


Siempre te leo cuando no me quedan ganas de continuar,
y templas la ignición, atenúas el reverb de mis virus,
y riegas las hierbecitas de cilantro que casi nunca atiendo.
Cuando me desangro se percibe en diferido
menos para ti, con tus centesimales contraseñas
que detectan las partículas nerviosas de mis grietas.
Parapeto de mis accidentes espaciales,
de los delirios incontinentes de mis agotados ideales,
de mis olvidos incidentales y mis asociales costumbres,
apósito de mis sequías de asombros.
Siempre interpretando constelaciones en mis deslices lunáticos,
siempre creyéndote mis interpretaciones
como quien sujeta una cometa. Terapia y ternura.
Tirados en la hierba. Rozando el suelo.
Despedidos de este mundo por no reservar mesa.
Y observo tu pelo y tu miedo a las alturas,
tu versión de los hechos cuando te enfadas,
y un incendio pendiente por apagar.
Y un rincón de dudas que siempre encuentro
entre los volantes de tus trapos del rastro
y el polvo de mis libros garabateados.
Luciérnaga de mis tropiezos y conspicuas conspiraciones.
El rumbo de mis creepers cuando mi Stolichnaya
tumba  a tu pareja de ases.
Siempre te creo encontrar 
en los bares a los que ya no vas,
a los que ya no voy,
limpiando los vinilos que nos dejaban pinchar,
mareando el café al ritmo que yo vaticinaba desastres.
Siempre que me atraca un cambio de rasante
o un fin de siglo,
me pilla mirándote las piernas
con el disimulo del que ya no tiene opciones.
Como un tragaluz me avanzas un minuto más de tiempo extra
siempre que mis constantes tiemblen.
y cuando mi espectro se difumina
me resintonizas en frecuencia modulada.
Y te invito a cafe con churros,
y nos amanece de orballo,
y me vuelves a aburrir con El Perfume.
Y suenan los Cool Yerks, y cierro los ojos,
y parece que estamos en Cuatrovientos.
Y no han cerrado El Quijote.
Y Carlos nos pone otra vez a los Kinks...

domingo, 19 de octubre de 2014

in memoriam





Bravo, compañero, ya pasó.
Por tu valor como un grito perenne.
Como la avanzada libertaria,
como el último parapeto,
el último refugio.
Por tu apego a la vida,
a la vida llena de vida,
tu búsqueda inquieta,
tu inconformismo como un huracán,
tu ímpetu contagioso,
tu debilidad férrea,
como férreos tus ideales,
tus derrotas, tus vidas de lucha.
Porque nunca te has vendido,
o vendío, como decía El Cabrero
Por tu coraje gregario,
Tu pasión por lo tuyo,
por los tuyos,
por defender lo perdido,
trabajador incansable,
superviviente en el naufragio,
valiente en la apuesta,
compañero en la idea,
tenaz y terco
de sonrisa franca,
Y tus gritos en el Bernabeu,
y tu delicado corazón,
y tus fandangos en la penumbra de un autobús,
tu mente ágil,
y dicen, ágil hasta el final.
Tu esfuerzo por lo que creías.
Tu paso de hombre de campo,
tu mirada aniñada de hombre libre,
espíritu sólo tuyo de pájaro común,
de gorrión, de vencejo,
   campeón de intentos,
héroe de aguante y hierro,
comandante de carcajadas
límpidas como tu tono grave
de quien sabe lo que dice.
Te reservarán quien yo me sé
un sitio en el futbol,
se emocionarán cuando escuchen
lo que escuchabas
por lo que lo escuchabas.
Tus minutos infinitos de lucha
serán abono de oxigeno para los que quedan.
Tus principios veredas fértiles
donde plantar agallas y rabia,
donde sembrar ahínco y ganas,
y los tuyos, páramo de fuerza para lo que queda.
Y tu hambre de buena gente,
tu mal genio y tu talante con el pobre,
tu zurrón lleno de ideas
y tu bota de buen pitarra.
Y las calles de tu pueblo
serán algo más estrechas
ahora que no hay quien las ensanche,
como el hueco de dentro
de la gente que te quería.
Nos veremos muy pronto
y hablaremos, y diremos lo que no nos dijimos,
Nos veremos, compañero.
Muy pronto.
Al calor de la lumbre, o paseando entre encinas.
Bravo, querido amigo. Ya pasó.

a Juan G. R.
in memoriam

sábado, 18 de octubre de 2014

y un dolor familiar




Enredo y juego, hipótesis y pudor

y un dolor familiar.
Seremos cuando ya no estemos.
Recurrentes incógnitas. Estigmas paritarios.
y un bucle o un destino.
Masticar sin tragar,
y un dolor familiar.
 Mi Octubre y tu skyline
Miserias, proezas
y el olor de tus medias.
Abandono y vértigo.
Y un metálico pálpito,
asocial experimental,
y vago fecundo, ingrávido.
Y el frío.
Y un dolor familiar.
Pronóstico y arrugas.
Tus labios que hieren
y mis balas de fogueo.
Decrépito desmayo
y reunión de insectos hambrientos.
La huida es el cielo,
y mi cuerpo
una catedral vacía,
un estado marcial
de larvas adultas
sin códigos ni general.
Y el pitido indolente
que atraviesa mis oídos
con la violencia de la lepra.
Ladridos de perro
y agallas de mentira.
El Reino de la ceniza
y un  dolor familiar.
Y la dictadura del gris,
la acromática desinencia.
El desencanto de mi piel
y tu voz bajo tu falda
Arpegios famélicos
y una sombra extinta.
Aprender a respirar
enfermo de memoria.
Metástasis en mis ganas de lucha
y el escalofrío por la nariz.
Aspirante al silencio,
muero de ruido

sábado, 27 de septiembre de 2014

aviones despegando


Las tres de la madrugada.
Nueva York duerme,
como tú, imagino.
Vive la noche con nada.
Y rincones de humo y frío.
Posters, esquelas,
periódicos que no entiendo
y un movil sin batería.
La levedad de mi sombra y el tintineo
de las botellas del minibar en mi bolsillo.
Desaparecen los parecidos.
Y te recuerdo en Temple Bar, y te olvido por igual.
Conduzco por la izquierda y no es Dublín.
Me entretengo con la luz led,
espirales de coeficientes deficientes.
Focalizo, casualizo, o causalizo,
fricción y paciencia, ser un inútil invento,
un bulto olvidado en una terminal.
Y tengo miedo y amnesia.
No hay nadie y escucho ruidos metálicos.
Y parezco octubre, o quizá noviembre.
Un parque y un homicidio en remojo.
Alcohol por botín y un whatsapp por amigo.
Bicho y moribundo apurando el trago.
El tacto de tu mano que ya no sutura
y mis dedos amarillos que ya no te llegan.
Y Porter que no ayuda y además falta vino.
las cabezas descansan en la planicie del sueño,
se alejan las ideas sin pasaporte,
una elipse de olvidos y certezas,
desengaños e impotencias, y dos chicos
se muerden por dentro de la boca
con la violencia del silencio.
Espejismos y maniobras con la química,
y un botiquín de ilusión atracado en la última derrota.
He perdido con dos ases por no ser de los suyos
ni de los míos, radiografía de un intento.
Una postal de Central Park, la condensación del cristal,
mi libreta de epitafios, amoxicilina y ron añejo.
Un traje gris y un perro en la oscuridad.
Botellitas vacías y aviones despegando.
Y no llueve por mí esta vez.
Y pierdo el norte, la luz y el sábado.
Y no me arrepiento.
Y me han echado del bar del aeropuerto.

lunes, 16 de septiembre de 2013