Hiena de
risa zurda
húndeme en
el cieno y ábreme la boca.
Y cada día
es una esquela anunciada
de otra
cicatriz filistea.
Una bocanada
de errores y puñales
decoran un
fin del mundo sin victoria.
No hay
quietud en el infierno.
No hay
abogados que acompañen la condena.
Solo gotas
secas de cerveza
y una cuenta
por pagar.
Los
filamentos que ahogan mis arterias
me conservan
en eter,
y no me
dejan llorar.
Y la
desolación del descalabro emocional,
que subasto
por vino,
conduce las
palabras al nicho de los errores.
Manual de
enigmas descifrados
que
escupieron a esta sabandija fuera del charco.
Soy
legionela criando con ternura
las larvas
que me comerán vivo.